HAZ QUE DIOS CREA EN TI

HAZ QUE DIOS CREA EN TI (UNA INTRODUCCIÓN A LOS PROYECTOS  PSYKHÉ)

Suelta todo aquello que te encadena. Despréndete de los demonios y fantasmas que estás aferrando. Deja ir a la timidez, el miedo y las fantasías. Dejemos de decir las cosas a medias, de esconder lo más importante, de resguárdanos en rincones oscuros a esperar que ocurra el milagro. El milagro no va a ocurrir, pero comienza a realizarse una vez que uno decide que está hecho [y está hecho].

Lánzate a la victoria, sin dudas, sin segundas intenciones, con luz y claridad en tus pasos. Oblígate a creer en ti. No importa si nadie lo hace, ni si nadie te enseñó a hacerlo. Hazlo. Aprende, inventa. Esta creencia te liberará de tener que atarte a otras que sólo te aprisionarán a lo que no eres.

Insisto: cree por sobre todas las cosas en ti. Renuncia a todo lo que te haga dudar, retroceder, esperar, temer, quejarte, desconfiar, abandonar, dejar. Muestra tu alma al universo, haz que Dios crea en ti. No te entregues a caminos ya trazados, descubre el tuyo. Abrirás las puertas de infinitos misterios y descubrirás que el paraíso existe en este mundo, en esta vida.

El tiempo no nos engaña. Es el momento preciso, el instante exacto se está abriendo. Lancemos al cielo nuestros sueños, nuestros proyectos más grandiosos y salgamos a pelear por ellos. Dejemos de temer lo que pueda suceder. Si no lo intentamos, nunca sabremos.

Deshagámonos de los lenguajes intelectuales. Aprendamos a ser directos, objetivos y mágicos al mismo tiempo. No nos amparemos en la duda, deshagámonos de todo lo que nos aprisiona. Cuestionemos todas las costumbres, todas las tradiciones, todas las banderas, todas las fronteras. No intentes derribarlas: sáltalas, trasciéndanlas. Aprendamos a diferenciar aquello que nos congela y hunde en la nada de aquello que nos eleva y nos lleva allí, donde queremos estar.

El arte es éxtasis, es el encuentro y la plasmación de una idea. No hay por qué temer ni esconderse. Somos fuego y en él morimos y nacemos vez tras vez, obra tras obra, idea tras idea. Y seamos poetas o carpinteros, cirujanos o místicos, médicos o psicólogos, somos capaces de mezclar el conocimiento y la intuición, la técnica y la magia, el fuego y la materia.

No nos detengamos. Hagamos ideas grandes, gigantescas, que nos sorprendan a nosotros mismos. Éste es el momento: el mundo está dispuesto a aceptar cosas inimagibles, ideas grandiosas, jamás vistas ni pensadas. No nos quedemos en la mitad. No nos conformemos. No paremos. No destruyamos, no deshagamos. Es tiempo de cincelar, esculpir, escribir, pintar y dibujar las ideas más grandiosas que la humanidad haya visto. Es tiempo de devolver estas ideas, estos proyectos, estos deseos a esta tierra fantástica, a este mundo misterioso en el cual nos movemos.

No nos cansemos antes de empezar con palabras. Confiemos sólo en aquellos que tengan las miradas encendidas, los ojos brillantes, las manos dispuestas. Quitemos a un lado a los miedosos, a los que no se siembran violencia, a los que sólo se quejan y multiplican los problemas, a quienes desparraman sospechas,  a quienes predicen catástrofes, a quienes esconden sus dones, talentos y aptitudes. No juzguemos, pero tampoco nos postremos ante la prédica del derrotismo. Demostremos que somos, siendo, no hablando de ser.

También sepamos, aunque duela, que a veces ellos son nuestro espejo. Aprendamos a afrontar todas las imágenes que éste nos refleje.

Dejemos de crear leyes que vayan contra la naturaleza. No hagamos leyes para sentirnos santos, divinos o elegidos. Somos distintos porque buscamos la expresión de nuestra alma. Eso es todo. Cualquiera puede hacerlo. Es sólo una elección.

Hagamos de nuestra forma de hablar y pensar un reflejo de lo que somos en esencia. No mintamos ni nos mintamos, pero seamos capaces de ver más allá de nuestros propios miedos y tristezas, de nuestros fracasos y de nuestras experiencias. No generemos derrotismo al hablar de ellos. Seamos optimistas y realistas al mismo tiempo. No nos deshagamos en sueños y fantasías, pero sepamos que lo invisible no se puede ver, y aquel que sólo cree en lo que ve, está estafándose a sí mismo, ya que los caminos del amor son invisibles, pero ciertos, intangibles, pero más reales que una montaña.

Hagamos paraísos de los infiernos: pero no en fantasías e idealizaciones, sino paso a paso, ladrillo a ladrillo. Silenciemos nuestra mente. Destruyamos nuestros egos y renazcamos a partir de sus restos. Seamos claros con nosotros mismos. Ataquemos nuestros estados de ánimo en el momento preciso. Conozcamos nuestros rincones más oscuros. Hagamos de nosotros mismos el experimento del héroe que nace entre las cenizas, entre la nada, entre el vacío, el miedo, la soledad y la miseria.

No dejemos que el destino nos determine. Aceptémoslo únicamente para desafiarlo. Para pararnos frente a él y decirle a la cara que esa ecuación no nos basta. Queremos ir hasta el límite. Saber de que está hecha la vida, la experiencia, el color, la música. Alejémonos de la búsqueda de la paz y la armonía que venden las publicidades. Somos más que una ecuación. Tenemos conciencia y podemos actuar a partir de la libertad.

Deshagámonos de todo aquello que nos sumerge en el miedo, en la tristeza, en la angustia. No seamos esclavos de nuestras experiencias. Lleguemos al fondo. Lloremos cuando haga falta. Riamos cuando las copas estén llenas. Por sobre todas las cosas no nos quedemos en el medio. No sollocemos silenciosamente cuando las heridas duelan. No sonriamos tímidamente manteniendo la copa a medio llenar. Embriaguémonos en el éxtasis.

Es un milagro la experiencia. Una mañana y su misterio infinito. Una mañana y su posibilidad insondable. Reverenciemos la mañana y trabajemos incansablemente en aquello que nos fuerza a ser mejores, que nos enseña mejor que los maestros más respetados, que nos impulsa a descubrir vez tras vez nuevos lugares.

Busquemos los ojos que brillan y sus miradas certeras. Las voces que tiemblan al hablar de sus sueños. Deshagámonos de aquellos que desean todo y no hacen nada, de aquellos que tienen todo sólo para esconder su miedo y abandono. Veamos más allá de las máscaras: alguien feliz, no necesariamente está feliz; eso es simple, pero alguien que parece triste, no necesariamente está triste.

No finjamos.

Escuchemos a aquellos que nos inspiran, que cuentan historias fascinantes de batallas ganadas. Reconozcamos a los que mienten, pero no perdamos tiempo en ellos. Se desenmascararán por sí mismos. Inspiremos. Detrás de aquellos que predican la derrota, que recorren el mundo contando sus penas, que se quejan constantemente, también existen seres alados hechos de fuego dispuestos a despertar. A veces sólo necesitan una palabra para hacerlo.

Repito e insisto: este es un Gran Tiempo. La sangre corre. No hablo del mundo y sus guerras. Hablo de los corazones de los seres humanos. Sangrientas y profundas batallas se están produciendo en el silencio de las noches, en los gritos sofocados, en las rutinas, en la monotonía y el tedio de vidas estándar.

Vivir significa mucho más que comer, dormir y respirar. Vivir es gritar al cielo la palabra amor, con lágrimas o con alegría; da igual, es un milagro presenciar su fuerza. Vivir es seguir los caminos que dicta tu corazón, por absurdos que parezcan. Vivir es mucho más que quejarse por la economía, que hablar de lo mal que está el mundo y después entregarse a la rutina ocio versus trabajo. Vivir hacer del ocio el trabajo y del trabajo el ocio.

Vence a tu ego. Destrúyelo conscientemente. Es tu principal enemigo, pero puede ser tu principal instrumento; hazlo tu esclavo, tu siervo. Edúcalo, enséñale modales, hazlo como te gustaría que fuese. Jamás sabrás lo que realmente quieres si éste te domina. Te dirá que ya hiciste demasiado, cuando te falta solo un poco; te hará sentir ansiedad, cuando debes mantener la calma. Te hará creer que eres único, imprescindible, capaz de todo o te hará creer que no eres nada, que todo lo que imaginas es un fracaso, que ya todos hicieron las cosas mejor que tú. Tanto si te alaba o te condena, lo hace sólo para permanecer en el centro, con su oscuro, confuso y continuo parloteo: yo-yo-yo. Lucha con tu ego hasta que no sientas compasión por él. Desbarata sus planes, escúchalo atentamente, pero no te entregues a sus estrategias, a sus ideas, a sus creencias. Son siempre las mismas, previsibles y torpes. ¿Por qué cada tanto las situaciones en tu vida se repiten? ¿Acaso no te sientes triste por las mismas tristezas? ¿No sientes frustración ante problemas tan similares? Arremete contra el ego. Es él quien causa la repetición en tu vida. Luego de esto, sólo le queda un truco más. Querrá hacerte sentir culpable por todos los errores que cometiste. Te repetirá una y mil veces que fuiste cobarde ante determinada situación, que no te animaste a decir tal cosa en cierta circunstancia. ¿Acaso esa no es otra forma de manipularte para que no hagas nada? Conócete a ti mismo y sabrás de estos trucos aún antes que surjan. Lo pasado es pasado. Si hubo errores, actúa distinto.

Repito e insisto: este es un Gran Tiempo, es el tiempo de la fuerza y de la entrega, el momento donde comienza a lograrse lo imposible. Deshagámonos de las cadenas en nuestros corazones. Reconozcamos la soledad de esta batalla interna. Sepamos que nada que no hagamos, será hecho, por ínfimo e insignificante que sea, el destino de nuestra vida puede quedar marcado en una palabra que no dijimos, en una decisión que no tomamos, pero también en un “no” que no nos atrevimos a declarar.

Soñemos todas las noches, pero despertemos dispuestos a realizar aquello que vimos, sin miedo ni timidez, sin soberbia ni terquedad. El tiempo es el exacto para mostrar abiertamente nuestros sueños, para pararnos frente al universo y decir, puede que yo no sea nada, pero aquí estoy. Y elijo vivir. 

PABLO DONAIRE

SEPTIEMBRE 2010

Escrito publicado originalmente en PSYKHÉ revista Especial tres años. Aquí dejo el link para descargar la revista completa.

http://psykheart.com/revistas/PSYTRES.pdf